El 20 de enero de 1942, en una villa lujosa del distrito de Wannsee en Berlín se reunieron quince funcionarios alemanes. En menos de dos horas, especificaron los aspectos legales y logísticos del asesinato de 11 millones de personas. Los alemanes no lograron implementar su plan del todo. No obstante, hasta que finalizara la guerra asesinaron a 6 millones de judíos.
Inicialmente, la reunión se planeó para el 9 de diciembre de 1941, en el mismo distrito de Berlín, pero en otro sitio: en la sede de la Organización Internacional de la Policía (Interpol). Las invitaciones se enviaron a finales de noviembre. Uno de los destinatarios era Hans Frank, en aquel entonces jefe del Gobierno General, quien finalmente no participó en el evento. La primera fecha de la conferencia fue cancelada en el último momento por razones militares. En aquel momento la Alemania de Hitler enfrentaba la amenaza de la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, iniciada hace más de dos años. Este hecho se hizo realidad el 7 de diciembre de 1941, tras el ataque japonés a la base militar estadounidense de Pearl Harbour. El 11 de diciembre, los alemanes declararon oficialmente la guerra a los EE.UU.
Dadas las circunstancias, las discusiones sobre el plan oficial de asesinato en masa “se ha pospuesto” para cuarenta días más tarde.
Acta de la “solución final de la cuestión judía”
Hasta la fecha, se han encontrado más de la mitad de las treinta copias del documento redactado sobre la base de la conferencia de Wannsee. El acta consta de 15 páginas y está cuidadosamente mecanografiado. En el encabezado consta la lista de los invitados a la villa de Wannsee para el evento del 20 de enero de 1942. Entre ellos se encontraban los altos funcionarios del Tercer Reich, cuatro Secretarios de Estado y un Subsecretario. Nueve de ellos fueron titulares de diplomas universitarios, ocho tenían doctorados. La mayoría eran abogados. De ahí la precisión del acta, con su tono fuertemente oficial e inclusión de datos numéricos.
Lo crucial en el análisis del documento es su lenguaje. En el acta nunca aparece una mención directa al asesinato en masa. Aparecen frases y términos diferentes, atenuados: la necesidad de “acordar una línea de actuación”, “eliminar a los judíos del espacio vital de la nación alemana” o “en la actualidad, la emigración de los judíos fue sustituida por [su] evacuación al Este”. Los detalles también se describen con carácter muy general: “En el curso de la ejecución práctica del plan de la solución final, se registrará toda Europa del Oeste al Este” o: “en el curso de ejecución del plan de la solución final, la base jurídica deberían ser, hasta cierto punto, las Leyes de Núremberg” o, finalmente: “habría que eliminar a los judíos del territorio del Gobierno General tan pronto como sea posible porque es allí donde el judío representa un gran riesgo como el portador de epidemias y, además, altera constantemente la estructura económica del país por dedicarse al comercio ilegal”.
El autor del acta fue Adolf Eichmann, miembro del NSDAP y las SS, el principal coordinador y ejecutor del plan de la “Solución final de la cuestión judía”. La versión en la forma conocida hoy por los historiadores fue redactada en enero de 1942 por el organizador de la reunión, Reinhard Heydrich, el jefe de la Oficina Central de Seguridad del Tercer Reich.
Hasta el día de hoy continúan disputas entre los historiadores si el documento que era la consecuencia de la conferencia de Wannsee constituye una confirmación oficial del exterminio de los judíos europeos o es un testimonio de los juegos y desacuerdos entre los cargos más altos del Tercer Reich sobre la forma y el curso del proceso de toma de decisiones relacionadas a la “solución final de la cuestión judía” (en alemán: Endlösung der Judenfrage).
Los planes no eran nuevos
En Alemania fascista ya se mencionaba el exterminio de los judíos. Básicamente, desde el momento de la toma del poder el 30 de enero de 1933, Adolf Hitler, el Canciller del Tercer Reich, enfatizaba cada vez más la necesidad de “solucionar la cuestión judía”. El comienzo de estos planes, realizados por el momento sólo a nivel oficial en el territorio alemán, fue la implementación el 15 de septiembre de 1935 de las Leyes de Núremberg, adoptadas por Reichstag, el parlamento del Tercer Reich. Dichas Leyes dieron lugar a una serie de reglamentos de ejecución, de las cuales el relativo a los judíos fue aprobado el 14 de noviembre de 1935. Por un lado, dichas normas permitían de una manera totalmente legal y rápida privar a cada judío alemán de su ciudadanía y, por otro lado, quitarle todas sus propiedades de un día para otro. Desde entonces, los judíos alemanes tampoco tenían derecho de trabajar en oficinas estatales ni contraer matrimonios con los arios. Los que violaran estas prohibiciones iban a ser severamente castigados. Un complemento trágico de la legislación antijudía alemana fueron los eventos del 9-10 de noviembre de 1938, conocidos como la “Noche de cristales rotos” (Kristallnacht). Fue cuando en el territorio del Tercer Reich ardían las sinagogas, las casas y las tiendas cuyos propietarios eran los judíos. Aquella noche, los miembros de la milicia fascista y los civiles que participaron en los pogromos en masa profanaron muchos cementerios judíos y asesinaron a más de 90 personas.
Según diferentes fuentes, sólo hasta la fecha del estallido de la Segunda Guerra Mundial, casi un cuarto de millón de judíos abandonaron la Alemania nazi. Algunos de ellos fueron a Polonia u otros países europeos o a los Estados Unidos. Pero la maquinaria de administración y exterminio del Tercer Reich apenas comenzaba a tomar velocidad y se estaba preparando para la “solución final”.
Discurso de Hitler
Incluso antes de que estallara la guerra, durante su discurso anual a las cámaras unidas del Reichstag del 30 de enero de 1939 en la Ópera Kroll de Berlín, Adolf Hitler, el Canciller del Tercer Reich, habló en público del “problema judío”, adoptando un tono definitivamente más intenso.
- Europa no se calmará hasta que se resuelva la cuestión judía – dijo. - Es muy posible que este problema, tarde o temprano, lleve a un acuerdo en Europa, incluso entre naciones que nunca se hubieren acercado si existiera otro camino. El mundo ofrece suficientes áreas de asentamiento, pero hay que dejar la idea de que la nación judía había sido elegida por Dios para, en cierta parte, ser el parásito en el cuerpo de las demás naciones y beneficiarse de su trabajo.
A continuación, Hitler dijo:
- En mi vida, numerosas veces fui profeta y, la mayoría de las veces, se reían de mí. Durante mi lucha por el poder, fue sobre todo la nación judía la que con tanta risa recibía mis profecías que algún día yo iba a tomar el poder sobre este país y, por ende, toda la nación, y que iba a resolver también el problema judío, entre otros. Estoy convencido de que dicha risa, entonces ruidosa, de la población judía en Alemania, ya se ahogó en su garganta.
El mismo Hitler, más tarde, muchas veces se refería a estas palabras suyas como a una “profecía”.
Exterminio
A partir del 1 de septiembre de 1939, ya en la fase inicial de las operaciones militares del Tercer Reich, los judíos fueron víctimas de asesinatos. Se les privaba de sus propiedades, se creaban guetos, se les ordenó llevar la estrella de David en su ropa, se les obligaba a realizar trabajos agotadores y se les limitaban todos sus derechos. Entre septiembre de 1939 y el primer semestre de 1941 también hubo planes de crear “en algún lugar del este” un gran campo de reasentamiento para los judíos de toda la Europa envuelta en guerra.
Sin embargo, no fue hasta el 22 de junio de 1941, después de que los alemanes atacaran a la URSS, cuando comenzó la aniquilación a una escala industrial de las personas no arias. Desde entonces, los miembros de los seis Einsatzgruppen (Grupos Operativos Especiales de la Policía) que participaban en la guerra en el Este, sólo hasta finales de 1941 asesinaron casi medio millón de civiles judíos. Principalmente los fusilaban pero ya comenzaron a utilizarse las “cámaras de gas móviles” para llevar a cabo un asesinato en masa. Eso ocurría en los territorios de la URSS devastados por la guerra y en el Reichsgau Wartheland, las zonas de Polonia anexadas e incorporadas al Tercer Reich en octubre de 1939. Ya desde el 8 de diciembre de 1941, en vísperas de la primera fecha de la conferencia de Wannsee, comenzó la matanza en masa de los judíos del Warthegau en el campo de exterminio de Kulmhof (Chełmno nad Nerem). Más tarde, en este primer campo de exterminio alemán perdieron su vida también los judíos de la Europa del Oeste, los romaníes y los sacerdotes polacos, entre otros. En venganza por el exitoso asesinato de Reinhard Heydrich en Praga del 27 de mayo de 1942, en aquellas cámaras de gas murieron unos 80 niños de la población checa Lidice.
Prontamente se abrieron otros tres campos de exterminio de los judíos: Sobibór, Bełżec y Treblinka. La gasificación en masa de los “subhombres” (Untermenschen) se realizaba también en el campo de concentración y exterminio nazi alemán de Auschwitz-Birkenau, donde murieron más de un millón de personas. La mayoría de las víctimas asesinadas allí eran los judíos. Según las estimaciones de los historiadores, desde septiembre de 1939 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cerca de seis millones de judíos europeos fueron asesinados de diferentes maneras. Un tercio de ellos eran niños.
Así, los alemanes lograron parcialmente llevar a cabo los planes desarrollados y registrados en el acta de la conferencia de Wannsee.
Piotr Litka
Los extractos de traducciones y notas informativas provienen de las publicaciones: Wielkie mowy historii. Od Hitlera do Eisenhowera, tomo 3, Varsovia 2006 y Peter Longerich, Konferencja w Wannsee. Droga do „ostatecznego rozwiązania”. Trad. B. Nowacki, Varsovia 2016.